Por las noches se escurría a un lado de la cama y le contaba cuentos a la niña que vivía detrás del agujerito en la pared. Como había nacido en madrid el concepto de puntualidad le era desconocido, y la noche que le contó el cuento de la cenicienta a las doce y cuarto el hechizo aún no se había esfumado. La cenicienta cobró consciencia de esto y miró a la niña desde el cuento: corre ahora que puedes, le dijo. Al principio ninguno de los dos entendió esto, pero en una esquina a la hora del recreo del día siguiente, la niña le dió un beso en la boca al niño de los cuentos y salió corriendo.
Feinue semanas más tarde el niño recopiló todos los cuentos que la impuntualidad y la irregularidad habían hecho fuertes en su cabeza y se convirtió en gato. Era un gato gordo porque era un niño gordo, pero no era simpático, como suelen los gordos, aunque tampoco era demasiado patoso. Por lo menos no era un perro.
A día de hoy la niña aún corre con su beso robado, lleva en su boca hadas madrinas alcohólicas, príncipes azules en moto y sabor a mandarina. Bajo el brazo su colección de cuentos, encima de los textos de cada uno, escritos con boli, están los cuentos que le contaba el niño del agujero.
pero esto no era una novela?
ReplyDeleteoye, sesentaisioto, ya estoy enganchada a alias, es maravilloso que una peli de intriga dure tanto.
ReplyDeletebueno, yo tengo ciertas opiniones sobre alias que ya hablaremos, pero sólo voy por el capítulo 6 (seis en el mismo día).
ReplyDeletebien por la novela!!! y sí, ese fragmento es precioso.
espero que te estés queriendo mucho
transgordo está muy chula, me recuerda un montón, claro, a David Shrigley.
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