a veces miro hacia dentro y todo parece tomas descartadas de una comedia de situación hecha por y para amebas. soy el personaje al que le supera la falta de equilibrio cuando se tiene que sentar en el aire. sujeto mi corazón por un cordel como si estuviera hinchado de helio. la lluvia choca contra él, porque en esta comedia siempre llueve, provocando sonidos que harían a los murciélagos desatados caer en gorras horteras y cajas de zapatos.
alguien me dijo una vez que cazar murciélagos es tan fácil como sostener una gorra con la mano y extender el brazo hacia el cielo. las amebas usan cualquier información que encuentran
cómo no va a espantarte este globo-corazón aunque aún estuvieras hambrienta. cómo no va a empujarte a la distancia, a tí, que hubieras querido comértelo.
quizás sea necesario apuntar que, en el metraje perdido de las amebas, este personaje es una parte circunstancial pero necesaria. que a su lado repta el desorden. que gana para luego perder dos veces seguidas. que decide tonterías con tres dados, porque 9 es el único número mágico. nunca sabe qué hacer para detener esta emboscada de bolsas de plástico.
entre vísceras de cemento y acero, entre la hipocresía de los que le rezan a la hierba, se termina alejando, sosteniendo en su mano un cordel que se arrastra por el sueño.
por el suelo.
alguien me dijo una vez que cazar murciélagos es tan fácil como sostener una gorra con la mano y extender el brazo hacia el cielo. las amebas usan cualquier información que encuentran
cómo no va a espantarte este globo-corazón aunque aún estuvieras hambrienta. cómo no va a empujarte a la distancia, a tí, que hubieras querido comértelo.
quizás sea necesario apuntar que, en el metraje perdido de las amebas, este personaje es una parte circunstancial pero necesaria. que a su lado repta el desorden. que gana para luego perder dos veces seguidas. que decide tonterías con tres dados, porque 9 es el único número mágico. nunca sabe qué hacer para detener esta emboscada de bolsas de plástico.
entre vísceras de cemento y acero, entre la hipocresía de los que le rezan a la hierba, se termina alejando, sosteniendo en su mano un cordel que se arrastra por el sueño.
por el suelo.
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