En sus manos sostiene las cuatro piezas que forman un puzzle. Una es roja, otra es negra, la tercera es verde y la última es azul. Debería ser fácil completarlo, pero la forma en que cada pieza está troquelada hace imposible que casen. Tiene el recuerdo de la imagen que forman juntas, sabe cuál es la imagen que deben formar. Pero la tarea es imposible. No vio la suma de las partes caer en cuatro pedazos, y sospecha que en el momento fatal en el que colapsó, las piezas mutaron su forma haciendo imposible la reconciliación.
Qué hacer ahora. Cuál es el siguiente paso. Descartar las piezas parece imposible, sin aquello que forman no tiene sentido nada. Sin el total no hay perspectiva, ni pensamiento. No puede dejarlas a un lado, y aún así lo intenta. Las encierra en cajitas independientes y las entierra en cuatro lugares distintos: una playa de Portugal, la piedra de helado de vainilla de Salamanca, el vacío que queda en sus manos y un paquete con rumbo desconocido por vía ultra rápida. Da lo mismo. Como en los dibujos animados, aparecen por arte de magia delante de sus ojos otra vez. Como en los dibujos animados aburridos, tienen un cartucho de dinamita, o un yunque aéreo, que invocan dolor en él y carcajadas en los televidentes. Si sólo pudiera deshacerse de las piezas. Si sólo pudiera arrancarse la percepción de los colores, verlo todo en el espectro del gris.
Mira a su alrededor y busca un cajón lo suficientemente grande como para meter todo lo que mantiene vivo a un niño. Todo lo que le une al deseo de recomponer lo que no es posible recomponer. Quiere deshacerse de todo lo que le une a la parte de él que lo entrega todo por abstracciones. Guardarlo bajo llave, cubrirlo de cadenas y olvidarlo en una estación de tren. O de autobús, es lo de menos.
De momento continúa caminando como siempre en los márgenes de lo real, tentado de establecerse en alguno de los dos lados, con un habitante en el rabillo del ojo que le repite cada vez que empieza a caer en el sueño, hagas lo que hagas, ya sabes lo que tienes que exterminar dentro de tí, o, te lo aseguro, todo será mucho peor.
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