Birds off the cage
Look for a way back
Friday, September 30, 2011
al principio.
sentado, mira y
piensa
i adore cups, coasters,
the shape of drawer handles...
things of brief utility and infinite
beauty
le observan de vuelta,
indiferentes,
moluscos, y otras cosas igualmente elocuentes
- dejad que la lluvia retumbe y las noches lleguen demasiado pronto -
tras días escondido
despierta en mitad
de la noche
para encontrar
a su anfitrión
silenciosamente rociando
sobre su cuerpo
el perfume de su mujer
muerta
sentado, mira y
piensa
i adore cups, coasters,
the shape of drawer handles...
things of brief utility and infinite
beauty
le observan de vuelta,
indiferentes,
moluscos, y otras cosas igualmente elocuentes
- dejad que la lluvia retumbe y las noches lleguen demasiado pronto -
tras días escondido
despierta en mitad
de la noche
para encontrar
a su anfitrión
silenciosamente rociando
sobre su cuerpo
el perfume de su mujer
muerta
Thursday, September 29, 2011
por pura ausencia de atención
he conocido al sagrado guardián del bosque
me ha hablado y arrancado la carne
el Gato Negro
he mirado sin querer en el ojo del abismo, y ha parpadeado
he visto las almas de todas las cosas flotando inertes hacia una nebulosa
y luego están las cosas que realmente importan
Tuesday, September 27, 2011
palabras caen como hachas ya ensangrentadas
como si la verdad se ocultara en rumores
en susurros
camina encorvado
cada cosa horrible
que ha hecho comparte
el mismo saco
a día de hoy sigue sin saber escribir haikus
no hay charca ni océano lo bastante profundo
para ahogar todo el mal que ha hecho
pero sigue buscando
como si la verdad se ocultara en rumores
en susurros
camina encorvado
cada cosa horrible
que ha hecho comparte
el mismo saco
a día de hoy sigue sin saber escribir haikus
no hay charca ni océano lo bastante profundo
para ahogar todo el mal que ha hecho
pero sigue buscando
los buitres secan sus plumas
la niña dice que huelen a suavizante
Y la luna escala a dentelladas su camino entre las montañas
un hombre, el último hombre,
echa de menos limpiar la nieve de la entrada,
apilar las hojas en otoño y mirarlas arder.
se pregunta, apoyando sus manos decapitadas
cómo fue posible perder.
la niña dice que huelen a suavizante
Y la luna escala a dentelladas su camino entre las montañas
un hombre, el último hombre,
echa de menos limpiar la nieve de la entrada,
apilar las hojas en otoño y mirarlas arder.
se pregunta, apoyando sus manos decapitadas
cómo fue posible perder.
Friday, September 23, 2011
Tuesday, September 20, 2011
Sunday, September 18, 2011
Zizaguean, entramados salvajes, de jungla, ramificaciones de tuberías que aspiran a relevar la piel, que suplican desde labios descarnados ser invadidas por un veneno cualquiera... que quieren probar suerte en la muerte sin llegar a romper el hueso límite del cráneo. Que ansían lo último, el pesado, cálido goteo que hace que el hombro se sienta reconfortado de nuevo. In the end you were just like everyone else
Friday, September 9, 2011
- Perdone que le importune, pero es usted idéntico a mí.
- Me parece que se equivoca, es usted el que es idéntico a mí.
- Dígalo como quiera – dije entre jadeos, tratando de recuperar el aliento que había perdido cinco minutos atrás mientras le perseguía – pero esto no puede ser coincidencia, hay que descubrir por qué somos idénticos.
- Qué democrático es usted, pero aún así creo que es usted el que se parece a mí – dijo él, sin jadear ni nada, como si no hubiera corrido como el diablo mientras le perseguía por la calle.
- Insisto, le ponemos el nombre que quiera, pero tenemos que saber qué está pasando aquí, ¿no le parece?
- Pues sí que es fácil convencerle de las cosas… ¿Es siempre así? Porque de ser así me parece a mí que al menos yo ya tengo claro que el parecido es puramente superficial. A un milímetro de la piel todos somos monstruosamente idénticos en cualquier caso.
- Sólo porque tenemos poca experiencia en el campo de conocernos por debajo de la piel…
- ¡Vaya! – intersecó – parece que sí hay algo de espíritu en usted. Lógico, por otro lado, si va por ahí con mi cara.
- Habla usted como si tuviera esta conversación ya pensada… y para ser tan directo ha hecho un gran esfuerzo para que no le alcance… - dije poniendo las cartas sobre la mesa, porque, ¿qué era esta broma de fingir que no había salido escopetado en el momento en el que nuestras miradas se cruzaron y mis ojos sin duda traicionaron mis pensamientos?
- Me va a tener que perdonar, pero no sé de qué me está hablando, llevo aquí de pie toda la mañana. Son las 12:26 ahora mismo, o sea que llevo aquí tres horas y veintiséis minutos concretamente…
- Puedo aceptar que sea yo el que es idéntico a usted, pero no que ha salido corriendo en cuanto le he mirado.
- ¿Por eso está usted tan sofocado? ¿Ha estado corriendo?
- ¿Qué…? Claro… detrás de usted…
- Le acabo de decir que llevo toda la mañana aquí de pie, y le digo la verdad, aunque a veces miento, claro. ¿No iría usted detrás de aquel tipo? – me dijo, señalando por encima de mi hombro.
- ¿Qué tipo? – dije mirando hacia donde apuntaba su dedo… para ver a un sujeto, de unos treinta años (mi edad), fondón (como yo), completamente fuera de forma (como yo) trepando por la pared de un edificio de apartamentos. Quedé callado, sin saber qué decir.
- Vamos a ver qué pasa, ya hay un montón de gente abajo haciendo corro para mirar y como no lleguemos pronto nos vamos a quedar sin sitio.
Como si estuviera borracho me dejé arrastrar por aquél individuo que era… al que era idéntico hacia el grupo de gente, sin perder la vista en el treintañero fondón que escalaba el edificio torpemente.
Pasó aún un rato hasta que el tipo llegó a la cima del edificio, se podían oír los típicos comentarios que se hacen en esta situación, creo yo que más por los que uno ha oído en las películas que porque esta situación tuviera algo de típico “se va a caer” “Parece un mono” “Si, al que le pesa el culo” “¿Qué querrá?” “¿Se va a tirar?” Y pensaba yo, “¿para qué va a darse la paliza de trepar sólo para tirarse luego?”
Cuando llegó al tope se quedó de pie en el borde, mirando hacia el suelo, y empezó a hablarnos, pero era imposible oír nada de lo que decía. Miré a mí alrededor, buscando al hombre al que era idéntico, y empecé a sentir un terror de esos que agarrota brazos y piernas, que hiela la espina dorsal y emite pulsaciones en la base del cráneo: había hombres, mujeres, niños, ancianos allí, y todos, todos y cada uno de ellos eran idénticos a mí. O yo a ellos. “Esto tiene que ser un sueño”, pensé, y cuando la cabeza del treintañero fondón reventó contra el asfalto, todo, yo incluido, desapareció.
- Me parece que se equivoca, es usted el que es idéntico a mí.
- Dígalo como quiera – dije entre jadeos, tratando de recuperar el aliento que había perdido cinco minutos atrás mientras le perseguía – pero esto no puede ser coincidencia, hay que descubrir por qué somos idénticos.
- Qué democrático es usted, pero aún así creo que es usted el que se parece a mí – dijo él, sin jadear ni nada, como si no hubiera corrido como el diablo mientras le perseguía por la calle.
- Insisto, le ponemos el nombre que quiera, pero tenemos que saber qué está pasando aquí, ¿no le parece?
- Pues sí que es fácil convencerle de las cosas… ¿Es siempre así? Porque de ser así me parece a mí que al menos yo ya tengo claro que el parecido es puramente superficial. A un milímetro de la piel todos somos monstruosamente idénticos en cualquier caso.
- Sólo porque tenemos poca experiencia en el campo de conocernos por debajo de la piel…
- ¡Vaya! – intersecó – parece que sí hay algo de espíritu en usted. Lógico, por otro lado, si va por ahí con mi cara.
- Habla usted como si tuviera esta conversación ya pensada… y para ser tan directo ha hecho un gran esfuerzo para que no le alcance… - dije poniendo las cartas sobre la mesa, porque, ¿qué era esta broma de fingir que no había salido escopetado en el momento en el que nuestras miradas se cruzaron y mis ojos sin duda traicionaron mis pensamientos?
- Me va a tener que perdonar, pero no sé de qué me está hablando, llevo aquí de pie toda la mañana. Son las 12:26 ahora mismo, o sea que llevo aquí tres horas y veintiséis minutos concretamente…
- Puedo aceptar que sea yo el que es idéntico a usted, pero no que ha salido corriendo en cuanto le he mirado.
- ¿Por eso está usted tan sofocado? ¿Ha estado corriendo?
- ¿Qué…? Claro… detrás de usted…
- Le acabo de decir que llevo toda la mañana aquí de pie, y le digo la verdad, aunque a veces miento, claro. ¿No iría usted detrás de aquel tipo? – me dijo, señalando por encima de mi hombro.
- ¿Qué tipo? – dije mirando hacia donde apuntaba su dedo… para ver a un sujeto, de unos treinta años (mi edad), fondón (como yo), completamente fuera de forma (como yo) trepando por la pared de un edificio de apartamentos. Quedé callado, sin saber qué decir.
- Vamos a ver qué pasa, ya hay un montón de gente abajo haciendo corro para mirar y como no lleguemos pronto nos vamos a quedar sin sitio.
Como si estuviera borracho me dejé arrastrar por aquél individuo que era… al que era idéntico hacia el grupo de gente, sin perder la vista en el treintañero fondón que escalaba el edificio torpemente.
Pasó aún un rato hasta que el tipo llegó a la cima del edificio, se podían oír los típicos comentarios que se hacen en esta situación, creo yo que más por los que uno ha oído en las películas que porque esta situación tuviera algo de típico “se va a caer” “Parece un mono” “Si, al que le pesa el culo” “¿Qué querrá?” “¿Se va a tirar?” Y pensaba yo, “¿para qué va a darse la paliza de trepar sólo para tirarse luego?”
Cuando llegó al tope se quedó de pie en el borde, mirando hacia el suelo, y empezó a hablarnos, pero era imposible oír nada de lo que decía. Miré a mí alrededor, buscando al hombre al que era idéntico, y empecé a sentir un terror de esos que agarrota brazos y piernas, que hiela la espina dorsal y emite pulsaciones en la base del cráneo: había hombres, mujeres, niños, ancianos allí, y todos, todos y cada uno de ellos eran idénticos a mí. O yo a ellos. “Esto tiene que ser un sueño”, pensé, y cuando la cabeza del treintañero fondón reventó contra el asfalto, todo, yo incluido, desapareció.
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